«DE LA CABAÑA A JUAN JOSÉ CORTÉS»
Fran Sánchez
«La ficción, según Vargas Llosa, es un acto de rebeldía contra la vida real y, en segundo, un desagravio a quienes desasosiega el vivir en la prisión de un único destino. Así, la ficción transforma la realidad para contarla».
La cabaña narra cómo la tragedia humana tiene límites. Mack, el protagonista, los desconoce. Fruto del dolor que experimenta, se cuestiona por qué Dios no ha evitado su sufrimiento. O, dicho de otra forma, ¿qué gana Dios viéndonos sufrir?
W. Paul Young asegura que la novela nace gracias a una tragedia familiar y real. A través de Mack, Young nos desafía a romper con la imagen tradicional que tenemos de las tres personas de Dios (Padre, Hijo y Espíritu).
José de Segovia destaca la capacidad del autor para desarmar nuestros prejuicios acerca de Dios. Mack habla con Papá (una mujer negra), Sarayu (el Espíritu Santo) y Jesús el Hijo (un «currito» carpintero vestido con mono azul). Paul Young pone en boca de Mack lo que todos, más de una vez, les hubiéramos querido preguntar a los tres.
Pero el mérito de la obra no está en las preguntas de Mack, sino en las respuestas de Dios. Mack tiene un encuentro con la Autoridad. Su vida cambiará para siempre.
El pasado fin de semana, 11 de octubre, tuve el privilegio de estrechar la mano y saludar a Juan José Cortés. Allí, en San Rafael, nos dio una lección generosa y magistral de sencillez y humildad.
Sin palabras, con su mirada fija en J. A. Monroy, le escuchó con atención. Monroy le entregó verbal y físicamente el premio que le reconoce como «personalidad del año». Cortés, agradecido, lo aceptó. No sin antes aclarar que cualquier cristiano hubiera hecho lo mismo en su lugar.
La tragedia humana, aunque a veces no lo parezca, tiene límites impuestos. Lo cuentan las personas que han cruzado la frontera del dolor extremo. Gracias familia Cortés por ayudarnos a creer.