Palabras…


No deja de sorprenderme la fuerza que tiene la palabra: escribe la ley, recita un poema, diagnostica un cáncer, alegra el rostro anónimo o golpea la paciencia de un buen amigo.

Y el caso es que, a simple vista, no lo parece. Algunos usan el tono para confundir: con suavidad te cantan te quiero mientras con las mismas te confirman que no tanto.

Un hombre sabio dijo que teníamos que aprender a escuchar las palabras que no se dicen porque éstas son las que hablan de lo que realmente somos. Nos gusta hablar de lo que hacemos pero no de lo que somos. Quizá porque lo primero nos viste de gala, traje y corbata; lo segundo, hablar de lo que somos, nos desnuda ante el prójimo. Y, hombre, si tengo que elegir entre enseñar los michelines o una planchada burberry, pues…

Lo que más me cuesta es hablar de lo que soy en realidad. Por el contrario, qué fácil es humillar al otro. Mírale a los ojos y dile que es un desgraciado. ¿Puedes creer que hay personas que disfrutan «diciendo mal» o maldiciendo? Yo sí lo creo pero no lo hago.

Augusto Cury insiste en que estamos perdiendo la capacidad de contemplar lo bello gracias a las prisas del aquí y del ahora.

Pues, no señor. Yo me planto: hago un alto en el camino. quiero admirar la belleza aunque caigan dardos sobre mi cabeza como «chuzos de punta».

Viva La Palabra: La Palabra es Vida.

Un comentario en “Palabras…

  1. Me han encantado tus reflexiones sobre las palabras. Es cierto, muchas veces dice más de nosotros lo que callamos que lo que decimos.
    Hay una frase que me encanta que dice «soy dueño de lo que callo, esclavo de lo que digo». Por ejemplo, cada palabra que sale de nuestra boca tiene el poder de construir o destruir una relación. Gracias por compartir esto con tod@s.

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