El protagonista
Jess Oliver Aarons es un chico de diez años que tiene dos hermanas mayores que él y otras dos más pequeñas. Este grupo de hermanos pertenecen a una familia con pocos recursos económicos.
Su padre
Su padre no presta a Jess toda la atención que él desea. Apenas le dirige la palabra y, cuando lo hace, es para darle órdenes. El día del cumpleños de Jess, no le da un beso. Juega con él al escalextric pero enseguida se cansa y le dice que lo va a devolver porque los coches se salen del circuito. Según el padre, su hijo está en las nubes constantemente. A Jess también le gustan los animales, defenderá a una comadreja y adoptará un perro para Leslie.
La familia de Jess contrasta con la de Leslie, protagonista con él. Ella le dice a Jess: –“Eres lo que eres tú, no lo que son tus padres”.
Leslie
En casa de Leslie no se ve la televisión porque “ésta mata las células cerebrales”. Leslie tiene imaginación porque ella es así, no porque sus padres sean escritores de ciencia ficción. Leslie no puede parar, constantemente imagina, es intrépida y valiente, trepa por los árboles, cierra los ojos y mantiene su mente abierta a la fantasía: “somos los reyes de Terabithia y nada puede vencernos”.
En el colegio
En el colegio, Jess sufre acoso escolar por parte de sus compañeros. A Jess le encanta correr. Cuando lo hace se siente libre, sin embargo, a pesar de esos buenos momentos, no encuentra su lugar ni en el colegio ni en la familia. La realidad le supera y lo único que hace para evadirse es dibujar. Mas adelante, Leslie le regalará un juego de pinturas al oleo.
La señorita Edmunds es la profesora de música. Ella aporta la primera nota alegre a la película cantando “¿Por qué no podemos ser amigos?”. A partir de entonces, Leslie y Jess empiezan a ser amigos.
Leslie destaca por su creatividad e imaginación. A ella también le encanta correr. Jess queda impresionado la primera vez que escucha una redacción de Leslie. Por el contrario, la mayoría de sus compañeros piensan que ella es rara.
En el bosque
Al otro lado del bosque encuentran una pequeña casita de árbol medio destruida que aprovechan como refugio y fortaleza.
Leslie toma elementos de la realidad e imagina un mundo fantástico con ellos como protagonistas. Jess, al principio, no entiende bien lo que ella hace pero Leslie insiste hasta que él entra en su mundo.
“A veces parece imposible pero tus esperanzas y tus sueños están más cerca de lo que parece. Date una oportunidad. Conseguirás tus propósitos no tengas miedo a soñar”.
Leslie no es imprudente: “probemos si aguanta” dice la primera vez que se balancea en la cuerda. Esta cuerda, colgada a la manera de liana en el bosque, les da el paso a la otra parte del campo separada por el río: “un lugar solo para ellos” en donde no están los enemigos del colegio. Allí, recrean un reino mágico en el que ellos son los reyes, los que idean y dan vida a multitud de personajes fantásticos que representan los paralelos malvados de las personas que les hacen la vida imposible en la realidad.
“Un día me echaré a la carretera y no volveré la vista, un día dejaré todo atrás, sé que hay algo mejor, quiero saber qué hay detrás del arco iris, pienso salir de aquí un día”.
La iglesia
Leslie y Jess van juntos a la iglesia. Ella no había ido nunca. Dentro, abre su bolso para atrapar un rayo de luz que atraviesa la vidriera de la ventana. En el coche, a la vuelta, Leslie habla sobre Jesús y el infierno. No cree que Dios condene a las personas al infierno porque Él está ocupadísimo dirigiendo el mundo.
Las llaves
Jess pierde las llaves de su padre y corre el riesgo de que el señor de la Oscuridad se apropie de ellas. Jess y Leslie luchan para recuperar las llaves pero sólo pueden hacerlo a través de la luz que Leslie guardó en su bolso. Al coger las llaves de la copa de un árbol, Jess pierde el equilibrio y cae hacia el suelo pudiendo matarse pero la mano de un troll gigante le salva la vida. Jess devolverá las llaves a su padre.
El museo
La profesora de música le invita a Jess a pasar el día en el museo. Jess no dice nada a Leslie, a pesar de que pasan cerca de su casa en coche. Miss Edmunds le pregunta: -“¿Se te olvida algo?”-Él responde que no, cerrando así la posibilidad de que Leslie fuera con ellos. A la vuelta, la llegada a la casa está marcada por la tragedia. Jess no puede creer lo que ha ocurrido.
La tragedia
En su novela, Katherine Paterson titula el capítulo once con el monosílabo “¡No!”. La historia está inspirada en una tragedia real que experimentó su hijo al perder a una de sus mejores amigas.
La autora (1932- ) creció como hija de misioneros en China. Quizá por esto, aborda el tema de la muerte de una manera muy particular. La obra en sí fue catalogada en 1990-2000 como uno de los 100 libros más cuestionados por la Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos (American Library Association).
A raíz de la tragedia, el padre de Jess sube a la habitación cuando este duerme para colocarle bien en la cama y quitarle el calzado. En ningún momento vemos a Jess llorar. Pero los personajes que le rodean si lo hacen: “Un día dejare todo atrás, sé que hay algo mejor….”
Jess está abstraído, ni siquiera responde a los ataques de sus compañeros. Sin embargo, en un momento de crisis llega a empujar a su hermana más pequeña. Jess vuelve al río para vaciar los tubos de oleo y allí se enfrenta al señor de la Oscuridad, ambos corren en paralelo hasta que él tropieza. Ya con su padre, Jess habla del infierno desde su sentimiento de culpabilidad.
El puente
¿Tienen sentido nuestras desgracias? ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Es
Dios indiferente y cruel ante nuestras adversidades? El padre abraza por primera vez a Jess para consolarle.
¿Está Dios tan lejos de nuestra realidad que no sabe lo que nos pasa? La autora nos provoca a través de los personajes para reflexionar en el sentido de la vida, la muerte, la amistad, los valores eternos y los pasajeros.
La Biblia dice que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.
La novela termina con la construcción de un nuevo puente. El acceso a Terabithia ya no es a través del esfuerzo de nuestro propio balanceo en una débil cuerda que puede fallar en cualquier momento sino a través de un sólido puente que nos permite el paso a un nuevo mundo en donde ya no habrá más dolor.