«Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar».
(«Retrato», A. MACHADO)
A lo largo de su vida, Antonio Machado se vio obligado a recorrer España de arriba abajo por diversas y difíciles circunstancias. Él sabía muy bien lo que era salir corriendo solo con una maleta en la mano. Atrás quedaba lo que ya había «ganado». Estaba seguro de que terminaría sus días como de hecho los terminó, prácticamente sin nada: «Y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar».
Sin embargo, ¿qué sería de nuestra cultura sin su legado? Hoy podríamos darle gracias y decirle que su barco no naufragó, que continúa embistiendo contra las olas del consumismo, la apatía del intelecto actual, el conformismo que todo lo relativiza y el desprecio de la oportunidad para aprender.
Antonio, tu nave llega a puerto cada nuevo curso escolar, pero solo algunos se subirán a bordo, ya son pocos los hijos de la mar.